Imagina despertar cada mañana con el aroma a pino y azahar que envuelve la urbanización Fuentecica. A un suspiro—cinco minutos a pie—te espera el autobús directo a Valencia, pero quizá prefieras quedarte: aquí el ritmo lo marca el canto de las chicharras y el suave chapoteo de tu propia piscina.

Tu nuevo hogar te recibe con un salón luminoso, perfecto para largas sobremesas, y una cocina independiente que ya sueña con paellas de domingo. Cuatro dormitorios generosos invitan a la siesta, a la lectura tardía o a acoger a esa familia y amigos que siempre acaban quedándose. Dos baños completos aseguran comodidad incluso en los días de verano más concurridos.

Arriba, 80 m² abiertos se transforman en lo que necesites: un rincón gamer, un estudio de yoga con vistas al atardecer o el cuartel general de los pequeños exploradores de la casa. Fuera, la parcela de aire mediterráneo lo tiene todo: jardín frondoso, huerto donde cosechar tus propios limones y la piscina que se convierte en punto de encuentro al caer la tarde. La caseta-paellero, con el crepitar de la leña, pone banda sonora a las reuniones que recordarás toda la vida.

En Fuentecica nunca te sentirás aislado—la mayoría de vecinos vive todo el año—pero la tranquilidad es absoluta. Y cuando te apetezca la energía de la ciudad, Valencia te espera a solo 40 minutos en coche.

Es una casa pensada para disfrutar cada estación: el sol que calienta el invierno, la brisa fresca de las noches de verano, el olor de los cítricos en primavera y el color del campo en otoño. Ven a vivirla; deja que cada día se convierta en una escapada permanente.